Obra poeta en new york




















In other words, I will be reading and analyzing it at the same time. Despite the distance -physical and temporal- some poems in Poeta en Nueva York Poet in New York have a close relationship with Granada and, in particular, with the garden of the house at Acera del Darro 60 , to whih the Lorca family moved when they arrived in from Valderrubio.

Santa Rosa was also in my house: it was a brightly colored print that Dolores [la Colorina, one of the maids] had in her room. I look like another Federico.

There is no greater affection or more solicitude, and you must all be grateful to him. This is the first letter, dated June 28, It is situated beside the Hudson River, in the heart of the city, on Manhattan Island, which is the best, very close to the large avenues … My room is on the ninth floor and overlooks the large sports field, with green grass and statues ….

It would be silly for me to express the immensity of the skyscrapers and the traffic. In three of these buildings you can fit the whole of Granada.

Hugs, kisses, hugs. New York. Documentary on Poet in New York. Con una cuchara. Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,.

Ellos son los que beben el whisky de plata. La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba. Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,. Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,. A la izquierda, a la derecha, por el Sur y por el Norte,. A Rafael R. La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro.

Se quedaron solos:. He pasado toda la noche en los andamios de los arrabales. No duerme nadie por el cielo. Ellos son. Negros, Negros, Negros, Negros. La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba. No hay rubor. Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo, cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas rueden por las playas con los objetos abandonados. Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango, escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros; un viento sur que lleva colmillos, girasoles, alfabetos y una pila de Volta con avispas ahogadas. A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte, se levanta el muro impasible para el topo, la aguja del agua. Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey a que cicutas y cardos y ortigas tumben postreras azoteas. Iglesia abandonada Balada de la gran guerra.

Se fueron los camellos de carne desgarrada y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico. Medio lado del mundo era de arena, mercurio y sol dormido el otro medio. Yo estaba en la terraza luchando con la luna. Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche. Y las brisas de largos remos golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.

La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro para fingir una muerta semilla de manzana. El aire de la llanura, empujado por los pastores, temblaba con un miedo de molusco sin concha. Pero no son los muertos los que bailan, estoy seguro. Ni el Rey, ni el millonario de dientes azules, ni las bailarinas secas de las catedrales, ni constructores, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas. Diciembre Paisaje de la multitud que vomita Anochecer en Coney Island. No hay remedio. Me defiendo con esta mirada que mana de las ondas por donde el alba no se atreve, yo, poeta sin brazos, perdido entre la multitud que vomita, sin caballo efusivo que corte los espesos musgos de mis sienes.

New York, 29 de diciembre de Paisaje de la multitud que orina Nocturno de Battery Place. Dos voces de madrugada en Riverside Drive. Un alfiler que bucea hasta encontrar las raicillas del grito.

Y el mar deja de moverse. Ese filo, amor, ese filo. Estaban los cuatro marineros luchando con el mundo. Estaban uno, cien, mil marineros luchando con el mundo de las agudas velocidades, sin enterarse de que el mundo estaba solo por el cielo. El mundo solo por el cielo solo. Son las colinas de martillos y el triunfo de la hierba espesa. El mundo solo por el cielo solo y el aire a la salida de todas las aldeas. Cielo desierto. Lo que importa es esto: hueco.

Mundo solo. Alba no. New York, 27 de diciembre de No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. No duerme nadie por el mundo. Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas.

Ya lo he dicho. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros. No hay dolor en la voz. La Tierra con sus puertas de siempre que llevan al rubor de los frutos. Un pastor pide teta por la nieve que ondula blancos perros tendidos entre linternas sordas.

El Cristito de barro se ha partido los dedos en los tilos eternos de la madera rota. Dos hilillos de sangre quiebran el cielo duro. Los vientres del demonio resuenan por los valles golpes y resonancias de carne de molusco. Lobos y sapos cantan en las hogueras verdes coronadas por vivos hormigueros del alba. La nieve de Manhattan empuja los anuncios y lleva gracia pura por las falsas ojivas. La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras buscando entre las aristas nardos de angustia dibujada.

Poema doble del lago Edem. Nuestro ganado pace, el viento espira Garcilaso Era mi voz antigua ignorante de los densos jugos amargos. Esos perros marinos se persiguen y el viento acecha troncos descuidados. En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibe la luna de castigo y el reloj encenizado. Cielo vivo. Tropiezo vacilante por la dura eternidad fija y amor al fin sin alba.

Edem Mills, Vermont, 24 de agosto de Do you like me? Yes, and you? Yes, yes. Tu ignorancia es un monte de leones. Su hocico sangraba en el cielo. Su hocico de abejas bajo el bigote lento de la baba. Las vacas muertas y las vivas, rubor de luz o miel de establo, balaban con los ojos entornados. Arriba palidecen luces y yugulares.

Que se entere la luna y esa noche de rocas amarillas: que ya se fue la vaca de ceniza. Que ya se fue balando por el derribo de los cielos yertos donde meriendan muerte los borrachos. Que no desemboca. Y croaban las estrellas tiernas. Pero el pozo te alarga manecitas de musgo. No, que no desemboca. Agua fija en un punto, respirando con todos sus violines sin cuerdas en la escala de las heridas y los edificios deshabitados.

Nostalgia de academia y cielo triste. Es la piedra en el agua y es la voz en la brisa bordes de amor que escapan de su tronco sangrante. Para ver que todo se ha ido. Dame tus manos de laurel, amor.

Perros equivocados y manzanas mordidas. Plaza pura y doblada. Mi hueco traspasado con las axilas rotas. Piel seca de uva neutra y amianto de madrugada. Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo.



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